Todo el mundo conoce a los Kiss por sus maquillajes, con los que, como si de superhéroes se tratase, adoptaron diferentes "Identidades": Paul Stanley era "Star Lover", Gene Simmons el "Demon Lizard", Ace Frehley "Space Ace" y Peter Criss "Cat Man".
Pero Kiss no es sólo teatro, pirotecnia y maquillaje, es un buen grupo de Hard Rock. Para mi gusto, no bueno, muy bueno. Uno de los mejores.
Tras tres discos muy aconsejables, llenos de energía guitarrera, con riffs muy potentes, melodías muy logradas y estribillos pegadizos, y un disco en directo de 1975, “Alive!”, que los lanzó al estrellato, este cuarto disco de estudio, “Destroyer”, iba en la misma línea, aunque con una producción más cuidada, obra de Bob Ezrin, y se convertiría en todo un bombazo comercial, con baladas como "Beth", y las clásicas canciones de Hard Rock con toques glam,“marca de la casa” que en este disco son especialmente brillantes, como "Shout it out loud", "Detroit Rock City", "God of thunder", "Do you love me" o "King of the night time world", , y lanzaron al grupo definitivamente al lugar que, todavía hoy, ocupan como superestrellas del rock.
Este superestrellato, así como su estética peculiar, ha sido aprovechado como nadie por Kiss: merchandising por todas partes, comics, muñecos, tazas, sábanas, disfraces, camisetas, todo tipo de productos de lo más variado. Ha terminado representando todo lo que el Rock tiene de negocio.
Pero, independientemente de toda esa parafernalia o, al menos, detrás de ella, hay muy buenas canciones, y este disco es una prueba de ello.
Merece mucho la pena, es uno de mis discos favoritos, y para aquellos que quieran iniciarse en el sonido de Kiss (cosa que yo aconsejo), "Destroyer" es de escucha obligatoria.
Y si, además, se puede uno hacer con algún concierto en vídeo de la época, muchísimo mejor, el grupo gana mucho si se ve uno de sus espectaculares conciertos.