Rory Gallagher es un músico desconocido para muchos, a pesar de que se le cita entre los mejores guitarristas de la historia del rock y el blues.
Es uno de los dioses de la guitarra más subestimados, pero está a la altura e incluso por encima de muchos de mayor renombre.
Con todo, durante sus treinta años de carrera, vendió más de 30 millones de discos, y es uno de los más influyentes rockeros irlandeses y músicos de blues de todos los tiempos. También en España ha sido muy influyente, sus conciertos muy recordados y, por ejemplo, Rosendo ha declarado que le debe el haberse dedicado a la música, a raiz de asistir a uno de sus conciertos en los 70. (Y, de hecho, a Rory Gallagher está dedicada la canción “Agradecido”.
La mayor parte de su éxito comercial y fama la alcanzó a finales de los años 60 (con el grupo Taste, y sobre todo, en los 70. Inexplicablemente (al menos para mí, ya que los discos siguen siendo buenísimos), cayó en el olvido en los 80.
Su prestigio como músico de directo, uno de los mejores directos de la historia (dicho por todo aquellos que tuvieron la suerte de verlo actuar) y sus magníficos discos no le dieron la fama y memoria que mereció, a pesar de ser solicitado por grandes músicos de estilos tan diversos como Blues, Rock o incluso Folk (tocó en discos y actuaciones, por ejemplo, de The Dublinners, o de Davy Spillane), y se dice que le ofrecieron nada menos que sustituir a Brian Jones en los Rolling Stones. A lo que renunció, porque quería hacer su propia música.
Influenciado por los sonidos “negros”, toca y canta como si de un negro se tratara, en un estilo muy parecido, por ejemplo, al de Albert King. Su música es blues-rock interpretado con emoción, casi con rabia, con una voz desgarrada, rabiosa pero a la vez dulce, y unos solos y riffs llenos de energía, intensidad y potencia.
A pesar de no abandonar el clásico Blues Rock, se las arregla para que sus canciones suenen personales, originales y, sobre todo, sinceras. Poco a poco fue, además, endureciendo su sonido, hasta acercarse al Hard Rock.
“Tatoo” es, para mí gusto, su mejor disco, aunque nos dejó varias joyas antes de fallecer, tras muchos problemas con el alcohol, el 14 de junio del año 1995, cuando su hígado dijo basta. Tenía 46 años.
En este disco se encuentra una de mis canciones favoritas de todos los tiempos, la fabulosa “Tattoed Lady”, pero es que todas las canciones son buenas, “cradle rock”, “A million Miles Away”,...
Un músico y un disco imprescindibles en cualquier colección que se precie. Te gustará si te gusta el blues, te gustará si te gusta el Rock o el Hard Rock y hasta si te gustan los sonidos más folks, más irlandeses.
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