miércoles, octubre 10, 2007

Bob Dylan. “Time Out of Mind”. (1997, Columbia)

El 30 de septiembre de 1997, por fin, Bob Dylan estaba de vuelta. Llevaba siete años sin publicar composiciones propias, sólo un par de discos de versiones de viejas canciones Folk y Blues y un directo.
Lo cierto es que ya no se esperaba demasiado de él, parecía que iba a ser otro de los grandes “dinosaurios” que habían sido grandes en el pasado y se dedicaban a vivir de las rentas.
Y, de repente, el genio estaba de vuelta. Bob Dylan sorprende al mundo musical con un disco excepcional, para mi gusto una obra maestra y uno de los mejores de su carrera, el que hacía el número 30 de sus discos grabados en estudio: Time Out Of Mind.
Ahora es muy normal ver a Bob Dylan recibiendo todo tipo de parabienes y de críticas positivas por cada cosa que hace, antes de este disco eso no era tan habitual. Aquí es dónde el genio de Minessotta recupera el crédito. El disco fue recibido por la crítica con muy buenos ojos, y alcanzó el Top Ten, obteniendo un disco de platino, cosa que Dylan no conseguía desde hacía 20 años, y ganando 3 premios Grammy. (Mejor disco, Mejor disco Folk y mejor intérprete masculino de Rock por la (sensacional) canción “Cold Iron Bounds”.
Durante su discurso, dijo: "Sólo me gustaría decir que una vez cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, fui a ver a Buddy Holly en el Duluth National Guard Armory... Estaba a tres pasos de él... y me miró."
Bob Dylan decía que el espíritu de Buddy Holly había presidido la grabación de este disco, salía a cenar, y estaba sonando, ponía la radio en el coche, y sonaba, entraba al estudio, y alguien lo estaba escuchando… Bueno, anécdotas aparte, lo cierto es que la música de Bob Dylan no tiene demasiado que ver con la del tejano. Tampoco en este disco.
El caso es que su éxito resucitó el interés por Dylan, que dura hasta el día de hoy, y las entradas de sus conciertos se agotaron muy pronto.
Poco después caería gravemente enfermo, de una dolencia cardiaca, pericarditis, que casi le cuesta la vida. Es curioso porque, conociendo este hecho, se puede interpretar en alguna de las letras que Bob Dylan no se sentía bien físicamente (por ejemplo en la canción que más me gusta del disco, “Not Dark Yet” – Aún no ha oscurecido, pero no va a tardar, dice en esta canción.)
Por lo demás, las canciones del disco son, en su gran mayoría, canciones de amor. De amores perdidos, de amores no correspondidos, de amores perseguidos, la desilusión, la pérdida… canciones tristes en su mayoría, pero desde luego canciones muy bonitas, dignas del repertorio de este grande.
Musicalmente las principales influencias son las del Dylan de toda la vida, el Folk con toques country, las clásicas baladas acústicas cantadas con su peculiar voz rota, el blues y el R&B con toques Folk, cantadas como hace mucho tiempo que no cantaba Bob Dylan, y con un sonido y unos arreglos, para mi gusto, muy logrados, con la producción de Daniel Lanois, viejo colaborador de Bob Dylan, por ejemplo, en “Oh, Mercy”, en colaboración con Jack Frost Productions (Bueno, Jack Frost, en realidad, no es otro que el propio Dylan). Crean una atmósfera y un sonido desconocido en Bob Dylan, y que contribuye a hacer del disco algo nuevo, diferente.
El genio estaba de vuelta, y una vez recuperado, ganaría el Oscar por la canción “Things Have Changed”, de la película “Jóvenes Prodigiosos”, y, con el crédito totalmente recuperado, empezaría a publicar discos excelentes ya hasta el día de hoy, y se volcaría en dar conciertos a lo largo de todo el mundo. Hasta hoy, prácticamente, no ha parado.
En fin, un disco muy emocionante que marcaba la sorprendente vuelta de Bob Dylan, que parecía ya en decadencia, a la primera línea, para mi uno de los mejores discos en su carrera, por su sonido, incluso la forma de cantar y, por supuesto, por sus canciones.
Por todas las canciones: “Love Sick”, “Standing in The Doorway”, “Trying To Get To Heaven”, “Not Dark Yet”, “Cold Iron Bounds”… en fin, por destacar algunas.

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