domingo, diciembre 31, 2006

STRAY CATS. ”Stray Cats” (1981, Arista)


Terminamos el año de la mejor manera posible, con uno de esos clásicos imprescindibles en cualquier colección de discos.

“Stray Cats” es el disco debut de la fenomenal banda de rockabilly formada por Brian Setzer, Slim Jim Phantom y Lee Rocker.

Estos tres fenómenos crecieron en Long Island, Nueva York, escuchando a los Rolling Stones y los Beatles. Hasta que descubrieron el rockabilly.

El fabuloso, potente, efectivo y elegante guitarrista, cantante y compositor Brian Setzer, recuperador del Rockabilly, del Swing y de todo lo que se le ponga por delante, lidera la banda, formada también por otros dos excelentes músicos, el contrabajista Lee Rocker (nacido Leon Drucker) y el batería “Slim Jim” Phanton (Jim McDonnell).

Brian Setzer tocó la guitarra con los Bloodless Pharaohs, grupo de nueva ola, alejado de los sonidos rockabillys. Eso sí, paralelamente, toca junto a su hermano (Gary Setzer - batería) y Bob Beecher (bajo) en los Tom Cats. Tocaban rockabilly y r'n'r. Posteriormente se unió a sus compañeros de instituto Slim Jim Phantom (batería) y Lee Rocker (contrabajo) y se formó Stray Cats.

La banda en principio no tenía mucho éxito, pasearon sus tupes por muchos de los garitos de Long Island versionando a sus ídolos, pero no funcionó.

Advertidos de que en Inglaterra el rockabilly nunca había muerto, que continuaban existiendo grupos, deciden vender sus pertenencias y mudarse a Londres.

Allí las cosas tampoco son como esperaban, no es fácil llegar y besar el santo, y menos en un lugar como Londres de aquellos años, el centro de la música europea.

Pasan una temporada sin dinero y tocando en pequeños clubs hasta que una noche Dave Edmunds les oye tocar y se queda fascinado por la fuerza de los tres chicos en el escenario. Se presenta en el camerino y les ofrece una oportunidad única: producirles el que sería su primer disco.

En las primeras sesiones sale un primer single de presentación "Runaway boys", que entró como un cañón en el Top Ten británico.
El disco sale a la calle en diciembre de 1.980 y es un éxito, de crítica y público. Defendido, además, por un arrollador directo: Salvaje, divertido y efectivo; las giras por el continente demostraron la fama de la banda, y una corta gira por Japón de sólo dos semanas dejó claro que la fiebre por el rockabilly nunca había muerto. Esto les valió, nada menos, que a ser invitados por los mismísimos Rolling Stones para teloneros de su gira norteamericana, lo que, por fin, les abrió las puertas del mercado estadounidense.

Aunque, la verdad, más que aprovecharse de que el rockabilly no estaba muerto, fueron ellos, con este disco, el detonador que el espíritu rockabilly necesitaba para resurgir del olvido, revitalizando la escena y convirtiéndose en la banda de referencia, la mejor de la historia del “revival” de este género, y la que más influencia, éxito y fama ha obtenido.

El estilo con el que iban a sorprender muy gratamente estos tres chicos, seria una mezcla explosiva entre el genuino rockabilly y el punk de los años 70, lo que les hacía sonar clásico pero, a la vez, actual, una mezcla explosiva que sienta también las bases de la explosión posterior del psychobilly.

El disco es magnífico, rockabilly más clásico, lleno de energía (fishnet Stockings, Rock this Town, Double Talking Baby, la versión del Jeanie, Jeanie, Jeanie de Eddie Cochram ), Swing (Wild Saxaphone, el My One Desire de Gene Vincent) y hasta blues con toques Swing (Stray Cat Strut), toques más o menos punks (Ubangui Stomp, Rumble in Brightom) o próximas a sonidos nuevaoleros (Storm the Embassy, Runaway Boys) y hasta psychobillys (Crawl up & Die). Un disco variado, rápido, lleno de respeto a los clásicos y al género pero, a la vez, innovador, y que se hace muy, muy corto.

Si no lo tienes, y te gusta el rock, ya tienes una buena sugerencia para regalo de Reyes.

Feliz año nuevo a todos.

martes, diciembre 26, 2006

SUPERTRAMP. ”Crime of the Century” (1974, A&M)

Un multimillonario se te acerca y te dice que te financia un grupo de rock. Así, por la cara bonita. A eso se le llama buena suerte.

El millonario en cuestión era el holandés Stanley August y la “cara bonita” era la del cantante y teclista Rick Davies cuando éste tocaba en un grupo llamado Joint, a finales de los años 60.

Davies, ni corto ni perezoso, publicó un anuncio en la revista Melody Maker requiriendo músicos.

A ese requerimiento respondieron el cantante, guitarrista, bajista y teclista Roger Hodgson, el guitarrista Richard Palmer y el batería Bob Miller.

El grupo fue denominado Supertramp, nombre tomado por Rick Davies de la novela "The autobiography of Supertramp" de un tal W. H. Daves.

En 1970, debutaron en el sello A&M Records con el LP “Supertramp” un insoportable disco de rock progresivo que pasó con más pena que gloria por las tiendas de discos, al igual que su segundo álbum, “Indelibly stamped”, del año siguiente, a pesar de contar con una musica algo mas comercial, aunque más o menos igual de peñazo, y a pesar del cambio casi completo de formación. En la que se quedaron sólo Davies y Hodgson.

El disco, como entenderá perfectamente cualquiera que lo escuche, tampoco es capaz de entusiasmar a nadie; aburre a todo el mundo, especialmente al que ponía la pasta, que se va; el grupo no ha logrado hacerse un hueco, ni vender. Y ademas Davies y Hodgson, se vuelven a quedar solos.

Para colmo, la discográfica A&M amenaza con despedirlos si no conseguían que el proximo disco tuviera éxito.

En el grupo entran tres nuevos miembros: el bajista Dougie Thompson, el batería Bob Siedenberg y el saxofonista John Helliwell.

La situación, entonces, cambia radicalmente. Con esa nueva formación, y ayudados por el productor del “Hunky Dory” de David Bowie (Ken Scott), el grupo deja los sonidos progresivos, autocomplacientes y aburridos de sus primeros dos discos, introduciendo más melodías, más pop. La fórmula del “Pop Sinfónico” marca de la casa, con la que empiezan a llamar la atención de la crítica y, especialmente, lo que es más importante (y rentable), del público.

La nueva formación reinventa al grupo, que comienza su clásico sonido, mucho más pop, y graba con éxito “Crime of the century”, un clásico que, además de ser de una gran calidad musical, se vendió como churros, y enseñó a Supertramp el camino al éxito, que irían recorriendo cada vez más deprisa y más arriba disco a disco hasta llegar a la “apoteosis” de “Breakfast in America” y del disco en directo “Paris”. A los “desertores” todavía tiene que estar doliéndoles. Pero claro, quien se lo iba a imaginar después de dos discos que no es capaz de soportar ni el fan más cerrado.

Pero en este disco, el grupo es otro, canciones muy melódicas, con el inconfundible piano con toques Jazz de Rick Davies (la voz más grave) y la guitarra de Roger Hodgson (la voz más aguda y también la más famosa), interpretan canciones como “School”, “Bloody Well Right”, el gran éxito “Dreamer” o “Rudy”, baladas como la gran “Hide in Your Shell” (mi favorita del disco), O el “Crime Of The Century” del final, acompañados por una orquesta sinfónica. La producción de Ken Scott, además, es magnífica.

Un clásico, vaya.

domingo, diciembre 24, 2006

Phil Spector. A Christmas Gift For You. (1963, Philles)


Phil Spector se ha convertido en uno de los productores más famosos de la historia del pop ( posiblemente el más famoso). El único que ha trabajado con Elvis Presley y The Beatles, pero también con George Harrison y John Lennon, Ramones, Leonard Cohen, Dion, Tina Turner, ...


Antes de todo esto, ya había creado su propio estilo, con sus “Grupos de chicas”, creador del wall of sound, supo rodearse de un grupo de geniales músicos y compositores para producir algunos de los mejores discos de pop de los años sesenta.

El "wall of sound" o "muro de sonido" es la técnica de grabación creada por Phil Spector, que dio a la música de aquella época su sello inconfundible.

Consiste en la utilización de coros con numerosas voces y de grandes orquestas con abundantes instrumentos de viento. Todo ello produce el efecto de un sonido potente y envolvente, que da fuerza y brillo a las grabaciones. Lo que el propio Spector llamaba “pequeñas sinfonías para niños”.

Este es su mejor disco, además de estar considerado el mejor disco de villancicos pop de todos los tiempos, aunque, a nivel comercial, fue un fracaso. Debido a las circunstancias, ya que se ponía a la venta al día siguiente del asesinato de Kennedy, en noviembre de 1963, y Spector lo retiró de forma inmediata, en señal de respeto.

Al volver a salir, se encontró con la explosión “Beatle”, tras su aparición en el “Ed Sullivan Show”, en 1964, que prácticamente arrasó el mercado discográfico.

Spector estaba en plena forma, trabajando con las Ronettes, Bob B. Soxx & The Blue Jeans, Darlene Love y The Crystals, que son quien aparecen en este proyecto, convirtiendo villancicos tradicionales en clásicos del pop, perfectamente adaptados, canciones festivas, alegres, dulces pero a la vez con alma, entrañables, espirituales, que casaban perfectamente con el Wall of Sound.

Además, Spector escribió un villancico con sus colaboradores, dos genios, Barry y Greenwitch (Christmas, Baby Please Come Home), una maravillosa canción que interpretó Darlene Love.

Destacan además Winter Wonderland (Darlene Love) y I Saw Mommy Kissin Santa Claus (The Ronettes).

Un disco precioso, dulce, entrañable, por el que no pasan los años. Para muchos, la mejor recopilación de villancicos de la historia del pop. A mí no se me ocurre ninguna mejor.

Feliz Navidad a todos.

viernes, diciembre 15, 2006

VINICIUS DE MORAES. "En la Fusa con María Creuza y Toquinho" (1970, Trova)

Marcus Vinícius da Cruz de Melo Moraes, Vinicius De Moraes, uno de los principales iconos de la música brasileña, además de poeta, periodista, diplomático... nace en 1913 en La Gavea, Brasil.

Vinicius siempre supo rodearse de intérpretes y compositores extraordinarios, lo que le lleva a colaborar con los mejores talentos de la música brasileña de todos los tiempos, y así, en 1956 conoce a Antonio Carlos Jobim, y, junto con Joao Gilberto, crean el movimiento musical más importante de Brasil: ni más ni menos que la bossa nova.
Expulsado de la diplomacia, vive sólo para la música y poesía y, en 1970 Conoce a su gran amigo y colaborador, el extraordinario guitarrista y compositor Antonio Pecci Filho, Toquinho. (Nacido en Sao Paulo en 1946).
Su unión artística durará 11 años y casi 30 discos, y su amistad, toda la vida; Vinicius compone las letras y Toquinho la música, y a veces los textos. Toquinho es el único músico de su generación que compuso con Vinicius.

En Junio de 1970, Vinicius les llama a él y a María Creuza para actuar en La Fusa, Mar del Plata, Buenos Aires.
A Vinicius le gustó tanto el resultado que grabó un Lp “en vivo en el estudio”, sin público que distrajera, aunque añadió el ambiente real de La Fusa.
Considerado el mejor disco de Bossa Nova de todos los tiempos, con canciones del propio Vinicius y versiones de Jobim, Baden Powell y Caetano Veloso, resulta el disco ideal para introducirse en el apasionante mundo de la Bossa Nova y de la música popular Brasileña, cuando la poesía se hace música (Vinicius) y la música se hace poesía (Toquinho), acompañados de la voz de María Creuza, excepcional, cálida, melancólica, dulce... muy difícil de describir con palabras.
Las interpretaciones son fantásticas, el ambiente (simulado) trata de reflejar lo que fueron esos conciertos, y la capacidad instrumental de Toquinho, el encanto y la dulzura de María Creuza y el carisma de Vinicius, que hace de maestro de ceremonias y cuentacuentos, destacando el trabajo de sus colaboradores y poniendo en cada caso el teatro necesario para convertir el concierto en un espectáculo completo e inolvidable, hacen de este disco una grabación histórica, y una obra maestra imprescindible.
¿Canciones? Todas, pero, por destacar alguna, Tomara, Que maravilha, A Felicidade, Garota de Ipanema o Berimbau.
Imprescindible, no importa que no te guste demasiado la música brasileña, este es de esos discos que está por encima de cualquier tiempo o estilo.

lunes, diciembre 04, 2006

BRUCE SPRINGSTEEN. “The River” (1980, Columbia)


El 10 de octubre de 1980 se publicaba “The River”.

Esta obra maestra, que se convirtió en el primer número 1 de Bruce Springsteen en la categoría de álbumes, no tiene desperdicio.

Para esta maravilla doble, la leyenda cuenta que tenía 60 canciones escritas de las cuales escogió estas 19. Después subiría aún mucho más alto con “Born in The USA”, pero eso es otra historia, que otro día contaremos.

“The River” continúo con el sonido y la temática planteada en el disco anterior, “Darkness on the Edge of Town”, rock de medios tiempos e historias que narran las desilusiones de la clase trabajadora y los conflictos de las familias. Canciones sobre tiempos duros, alienación y sueños rotos, pero siempre con un rayo de esperanza. Siempre con una carretera por la que huir.

El disco, desde luego, es una maravilla, muy variado, con rock and roll para todos los gustos, desde las canciones más rockeras como You Can Look, Cadillac Ranch, Ramrod, Crush on you, otras más festivas, como Sherry Darling, bombazos poperos tipo Hungry Heart , su primer top 10 como single, que tiene una historia curiosa, ya que se dice que fue compuesta para los Ramones, a petición de Joey, pero que al final grabó Bruce Springsteen, convencido por su manager, John Landau, del potencial comercial, que ya habían desaprovechado al ceder “Because the Night” a Patty Smith, y que, además, fue la primera canción de Bruce que aparece en una Banda Sonora, la de “Risky Business”, o Two Hearts, medios tiempos preciosos, Fade Away, Wreck on The Highway, The River, y baladas que van desde lo más intimista (point blank) a lo más intenso (Independence Day) o a lo intensísimo y maravillosamente romántico (Drive all Night, una de las baladas más espectaculares e impresionantes- y largas- que yo haya escuchado.)

La banda estaba en plena forma (tal vez la E Street Band de esa época sea una de las mejores bandas de Rock and Roll de todos los tiempos, y se sucedían los largos conciertos de más de cuatro horas de duración, en grandes escenarios, varios días seguidos.

Esa portada desde la que Springsteen nos mira con gesto tímido, enfundado en su camisa de leñador, con pinta de trabajador americano medio, representa perfectamente la temática del disco, sueños perdidos, pero esperanza. “Vuelvo al río, aunque ya sé que ahora está seco”. Yo, por si acaso, lo sigo escuchando porque sé que, en algún momento, la canción tendrá un final feliz.